Sobre Un horizonte ampliado
De La Línea que camina
Por Lara Marmor
I. Una línea es una sucesión de puntos en el espacio o en el plano. Los puntos, que pueden llegar a ser infinitos, están interrelacionados entre sí. Si están orientados en la misma dirección forman una línea recta y si la trayectoria cambia se arma una curva. La línea que camina es un colectivo artístico que se encuentra orientado constantemente al cambio.
Andrea Racciatti, Silvina Resnik, Cristina Rochaix, y Susana Schnell trabajan juntas desde 2015. Las artistas -con producciones visuales muy diversas entre sí- hallan en este espacio de sociabilidad un poderoso dispositivo para realizar proyectos expositivos que nacen de un asiduo y sostenido intercambio de afectividad y trabajo alrededor de las obras de cada una y de la producción en conjunto. La línea es un colectivo autogestivo articulado a partir de la tecnología de la amistad, técnica definida por el artista argentino Roberto Jacoby como el hacer y pensar con otros.
II. Si la historia de los grupos de artistas es de larguísima data, en Argentina la noción de colectivo es de expansión recientemente. Con el cambio de milenio y más precisamente con la crisis política, económica y social que atraviesa Argentina en el 2001 surgen nuevas formas en torno a la práctica artística, una de ellas es la del trabajo colaborativo. En paralelo a la proliferación de asambleas barriales que toman los centros urbanos de distintas ciudades en el país, los artistas en medio del estallido social comienzan a reagruparse en vistas a la autogestión.
Esta forma de organización habilita fluidos intercambios de lazos y miradas a la vez que genera una nueva dinámica en torno al armado de proyectos como exhibiciones, talleres o encuentros. También funciona como sostén en un contexto de inestabilidad, una forma de vivir y sentir habitual con el que la Argentina convive hace muchas décadas. El statement de La línea que camina advierte: En esta situación del estado litigioso del mundo, de fragilidad, transitoriedad y desarraigo, nuestro proyecto es una manera de andar y crear ámbitos de intercambio que generen cruces y tiendan puentes entre las personas. Proponemos desde la acción artística encontrar respuestas que ayuden a reunir fragmentos identitarios dispersos, con el propósito de construir y enriquecernos en esa diferencia.
Un horizonte ampliado surge de las lecturas compartidas, especialmente del encuentro con Instrucciones para subir una escalera al revés, de Julio Cortázar, al que las artistas toman como punto de partida para realizar un puzzle de obras. Una instalación colectiva.
III. Comenzamos por la definición de una línea, seguimos con la idea del colectivo, ahora le llega el momento a la línea curva, esa que desplaza la unidireccionalidad, que remite al cambio pero… ¿Qué es el cambio? ¿Podría pensarse como lo hace Lauren, la protagonista de la saga de parábolas distópicas[1] escritas por la norteamericana Octavia Butler, como una fuerza o entidad poderosa? Mientras que Lauren intenta salvarse y fundar una nueva comunidad en un mundo que está totalmente devastado la acompaña un diario y en una de sus entradas escribe:
Y, sin embargo, toda criatura
Acaba expulsada del paraíso:
Al crecimiento y la destrucción,
a la soledad y a una comunidad nueva,
a un inmenso, y constante
Cambio[2].
De esto se trata La línea que camina, una unión que no marcha en línea recta, que no avanza sino transita, ampliando el horizonte que deja de ser plano. Se trata de una colectiva que tiene la potencia de la sororidad, la potencia del Cambio.
[1] La Parábola del sembrador (1993) y La Parábola de los talentos (1998).
[2] Butler, Octavia, La parábola de los talentos, Capitán Swing, Madrid, 2021. PP. 121